Tengo más recuerdos de ti de los que le caben a la madrugada más larga que haya. Y es que ahora no sé cómo vivir con los pies en el suelo cuando he apoyado todo mi cuerpo sobre tu cama. Hay días en los que susurro tu nombre para ver si así se reduce la distancia entre nosotros. Porque, cariño, no hay mayor distancia que la que existe entre dos personas cuando una de ellas tiene miedo. Es algo así como un impermeable del revés que, en lugar de que te mojes, lo que impide es que el resto del mundo pueda secarte. Y tú sabes que yo estoy calada hasta los huesos de ti, de tus ausencias y de tus llegadas a deshora. Así que quítame todo, la ropa y los miedos porque estoy hecha de carencias y tú sabes justo lo que necesito. Noches en las que desearía que me pasaras la mano por todo el cuerpo y que te dieses cuenta de que no hay nada comparable a acariciarme. Qué pena me dan aquellas personas que no te conocen como yo, tan cerca y tan a oscuras cada noche. Tú tan dormido y yo tan mirándote h...