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Mostrando entradas de febrero, 2015

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Hoy, estoy convencida de que nadie pierde a nadie, porque nadie posee a nadie. Esa es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo más importante del mundo sin poseerlo. Hace mucho tiempo que estoy convencida de ello, pero aún me cuesta entenderlo. ¿Qué sería de nosotros si nos poseyésemos y nos perdiéramos? Juntos, digo. En toda historia de amor siempre hay algo que nos acerca a la eternidad y a la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en sí todos los secretos del mundo. Pero no somos posibles. Ambos tendemos al infinito en distinta dirección, besando bocas ajenas y soñando en camas deshechas. Pero en fin, como en cada momento de nuestras vidas, tenemos un pie en el cuento de hadas y otro en el abismo. Y yo siempre vuelvo al punto 0, aquel en el que una vez estuvimos juntos, y aunque sé que es mi mayor error, lo peor que puedo hacer, es muchísimo mejor que no volver nunca. Porque a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que ha