Lo echaba de menos. Echaba de menos mirar a la gente y encontrarse con su mirada. Echaba de menos girarse en la cama y verlo a milímetros de su cara. Pero aún así, sabía que lo había perdido porque echaba de menos lo que un día había echado de más. "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". Mentira. Sí lo sabía, pero no imaginaba que lo fuese a perder. Y es que todos sus fantasmas del pasado habían vuelto para hacer acto de presencia en las noches que más lo necesitaba. A él. Aún llevaba de pintalabios sus besos, de abrigo sus abrazos y su olor impregnado en la almohada. Sabía que aún seguía enamorada de él porque no recordaba el momento exacto en el que se enamoró. Solo sabía que había sucedido. El amor es ridículo, es locura mezclada con estupidez. Y de ahí proviene su magia. La vida se nos va como un beso en un portal.