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Mostrando entradas de julio, 2017

Evocación

¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? Yo la he recordado hoy. Y la semana pasada, y hace dos meses... Recuerdo perfectamente aquel momento porque no parabas de sonreír y era la sonrisa más bonita que había visto en toda mi vida. Cómo podía brillarle tanto a alguien el corazón, cómo podía alguien tener los ojos tan aniñados y, al mismo tiempo, la mirada tan salvajemente rasgada. Qué loca me volviste y qué locura tan bonita fue. Recuerdo que yo hablaba sin parar y tú me mirabas atónito sin mediar palabra. Recuerdo lo mucho que querías volar y que tenías en la espalda más de cien alas. Y que esa noche viajamos, porque hablar contigo era viajar y tú y yo queríamos comernos  -y al mundo también-. Qué caricia tan suave puede ser a veces el pasado. Qué precioso es tenerte y probarte libre. Qué bonito saber que cuando te fuiste de mi estómago fue para mudarte al corazón. Qué utopía pensarte y decirte que las razones por las que te quise esa noche, siempre serán las razones p

Imperecedero

Inconmensurable. Como las ganas de verte, como las ganas de devorarte la primera vez que te vi, como el hambre voraz por conocer de ti cada página y quedarme leyéndote hasta tarde. Ilimitado. Como tu cuerpo en la oscuridad, como tus besos a deshora y tus miradas a menos de un centímetro de mi sonrisa.  Incalculable. Como las veces que te miro y sonrío, como la electricidad que invade mi cuerpo cuando te toco. Infinito. Como reunir todo el universo en una espalda -la tuya-, como la libertad de elegirte mil veces más cada día. Inmenso. Como mirar desde tu ombligo las mejores vistas del infierno, como las dudas que me crean las llamas de tus ojos. Inagotable. Como las fantasías que me surgen a ras de tu cuello, como la lluvia que me creas cuando te aproximas. Inefable. Como tu don de crear mundos de la nada, como tu perversa manera de desearme. Dime qué se siente. Qué se siente al ser quien eres y saber que allí, donde termina tu mirada, empieza el frío.

Sin ti

Te quiero. Sé que empiezo como se terminan las cartas pero no he podido guardarlo hasta al final, además yo nunca he sido demasiado ordenada. No puedo contener algo que me desborda de alegría ni frenar aquello que me acelera tanto. No puedo dejar para mañana todo lo que me pueda enamorar de ti hoy. Eras justo la piel que necesitaba, mi héroe en noches en la que ni yo pretendía encontrar el camino a casa. A veces te miro y encuentro explicaciones al pasado. Te quiero porque parece que llevas las soluciones a la vida en el bolsillo izquierdo y mereces la pena que tengo cuando no me llamas. Te juro que nadie impidió que al verte se me revolviera el corazón. Pensé que jamás tendría dos hogares, pensé que jamás volvería a apagar el cigarro de después del polvo por abrazar lo que más quiero. Y tienes un nombre que hasta me da hambre, y andas con la clásica rebeldía que supera las expectativas que contigo no tengo. Ya no tengo ganas de volver si no eres tú el destino, no deshago la cama en u