Nunca valoré tanto el tiempo hasta que miré el reloj de tu pared y vi que era la hora de irme. Es inevitable no querer quedarse contigo cuando me miras como si siempre estuviera desnuda y me tocas como si nunca terminara de quitarme la ropa; y eso me encanta. Que, ante todo, yo soy mi primer amor y mi peor enemiga y tú te has convertido en mi fiel aliado, por eso quizás ahora vivo de instantes, porque es lo máximo que se puede esperar de la perfección. Pestañeé y pasaste. Y aunque no supiera lo que quería, supe que quería que tú estuvieras en ello. Que ahora cuando me dicen que diga algo bonito, digo tu nombre. He descubierto la fuerza motriz de un "ojalá estuviera contigo en estos momentos". ¿Sabes lo que te digo, cariño? Que el día menos pensado también me lo imagino contigo y que tarde o temprano a la rutina se le cae la "T" y los días se llenan de escombros de deseo -porque rutina también es querer vivir algo increíble todos los días-.
Algo en la forma que tienes de mirarme hace que me sienta como si no pudiese vivir sin ti. Desde un principio robaste mi corazón y soy tu víctima voluntaria. Te permití ver cada parte de mí, y cada vez que me tocas está escrito en las estrellas y en las cicatrices de nuestros corazones. Si me pierdo... va a ser a tu lado.
Que bonito y me encanta eso de no contraponer la rutina a algo bello, que merece ser vivido como algo increíble ;)
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