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Axioma

Me gustaría decirte algo que jamás te haya dicho. Me gustaría que te sorprendieras al saber algo que es obvio, pero que nunca habías oído antes. Sabes que mereces todos los poemas que expliquen la belleza que encuentro en tus ojos, que podría disfrazarme de poeta y escribir lo que tu sonrisa significa en mis días. Ojalá pudiera de decirte de nuevo, como si fuera la primera vez, que nadie debería morirse sin verte amanecer, sin ver esos ojos que brillan tanto solamente con la energía de unos sueños por cumplir. 
Me gustaría decirte que con tu voz las palabras besan, y que sonrías sorprendido como si lo que te acabo de decir te hubiera desnudado por completo y solo estuvieras protegido por mis latidos: una coraza que solo tú sabes mantener intacta. Quiero que sepas que con media mirada con la luz apagada me trasmites más que el resto del mundo hablando toda la vida. Que lo sepas, como si siempre hubieras sabido que esa es realmente la verdad, pero como necesitando que te lo dijera para confirmarlo. Imaginando que tus oídos solo han escuchado lo que ya sabía tu mente desde siempre. 
Decirte que a veces -casi siempre- me invaden unas ganas de besarte, de acelerarte el pulso y sujetarte la sangre, de abrazarte el alma y jamás soltarla, de amarte infinitamente como una desquiciada... y que pienses que todo eso no tiene sentido si lo pronuncia otra boca. Tú piensas que simplemente me estás acariciando. Yo te juro que estás quemando todas las astillas que tenía clavadas en mi cuerpo. 
Y creo que eso es lo único que te sorprende porque piensas que lo que haces no puede tener tanta repercusión en la historia de mi vida; aquella que ya no imagino sin ti. Quedándote para darle una hostia a mi tristeza. O abrazarme hasta que me ahogue. O me desahogue. 
Pienso en la carcajada más sincera de mi vida y es contigo: riendo como si nos faltara tiempo. Y ojalá no lo hagas. Lo de faltarme, digo. Hoy me gustaría decirte algo que de verdad se te quede grabado a fuego en el corazón. Algo de lo que te acuerdes toda la vida. Como que cada vez que nos encerramos en una habitación, tú y yo a solas, el techo se hace cenizas. Como que podría tapar la Luna por un beso tuyo. Porque tú, siempre, te mereces brillar más que algo que la mayoría de las noches está roto.


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