Nunca pensé que nadie pudiera llegar a ser capaz de escribir el inicio de mi sonrisa. Y aún continúa, sin un final definido. Y qué voy a decirte ya que no sepas, si todas las historias de amor que existen están en tus ojos. No puedo nada más que encontrar cada día un lugar en el que dejarte la marca de mis labios, y me falta cuerpo -y mundo-. Qué quieres que te diga si he visto eclipses que me han emocionado menos que las constelaciones brillantes de tu mirada. Y que tienes una mezcla de luz y oscuridad en la que siento que he sido eternamente feliz en otras vidas. Que estoy sedienta de inviernos en tu espalda y veranos entre tus piernas, como cuando decidí probar suerte y me supo a ti. Me encantaría contarte cada noche que si parpadeas en mi cama la vida me parece preciosa. Que ya ha llegado un punto en el que me siento Ícaro volando hacia ti sin ningún miedo a quemarme. Si es que ya no sé ni siquiera quién está soñando cuando te miro mientras duermes. Eres algo tremendamente bonito y te rezo a ti porque es en lo que creo cuando al tocarte con mis manos, me siento en casa. Yo, que he decidido comerte la locura para relamerme los labios cuando piense en ti -a solas-. Y dime cómo callo ese secreto a voces que todo el mundo sabe: quiero quedarme contigo y aunque pudiera estar en mil sitios, tengo claro que seguiría cogiendo tu mano cuando me sintiera perdida. Quiero crear contigo el amor y hacer contigo la vida. Recuerda que el amor nunca trae nada bueno, siempre trae algo mejor. Y viniste tú.
Hoy puedo decir con una gran sonrisa en la boca que soy feliz y lo soy gracias a ti. Me he acostumbrado a tus sonrisas, tus besos, tus ojos mirándome, tu manos acariciando mi cuerpo, mis suspiros por desearte de esta manera, tu cara, tu cuerpo, mi corazón desenfrenado que se acelera cuando estás tan cerca... Siento como mi cuerpo se excita, siento la adrenalina: quiero gritar que te quiero, pero me guardo las palabras para susurrartelas al oído. El tiempo se va, veo las estaciones que pasan por mi ventana y tu y yo seguimos aquí. Igual que el Sol sale todas las mañanas, sin ninguna excepción, yo me despierto radiante porque sé que para ti soy tan o más importante que la estrella que nos enciende los días. Tú eres mi constelación de Orión, mi vía Láctea, mi Luna, mi cielo, mi infinito... Me has enseñado a vivir, a reírme cuando quiero llorar, a llorar cuando no paro de reír, a darle importancia a los pequeños detalles, que los mejores besos son los que no te esperas, que mi nombre...
Comentarios
Publicar un comentario