A mí los lunes me saben a hastío. Los martes te echo mucho de menos y no quiero miércoles sin tu espalda. De los jueves ni hablamos. Y los viernes no me alcanzan para demostrarte cuánto te quiero. Los fines de semana no deseo otra cosa que no sea descansar mi mano sobre tu vientre y curiosear un poco más abajo y que sean míos tus gemidos. Entre horas lo que quiero es que repitas mi nombre hasta cuando no estás conmigo. Y que vayas por ahí y sonrías de la nada cuando recuerdes mi susurro en tu oído. Yo seguiré siendo ese péndulo entre la mujer huracán y la que se sonroja si le dices que es más bonita que la noche. Seguiré marcando el ritmo de tus deseos y de tus erecciones a deshora e incendiaré tu mundo un día cualquiera a mediodía porque estás hecho de un fuego que me fascina. Y te juro que ahora soy capaz de arrancarte la ropa, de romperte los miedos, de cerrarte las heridas y de quedarme para todo. Que desde que estamos juntos entiendo lo de soñar sin dormir y me creo ...