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Pertinente

Qué bonito eso de que te den una nueva oportunidad. Pero que te den una sin haber perdido otra, como quien sabe que no ha disfrutado plenamente de las estrellas y a la noche siguiente están ahí de nuevo.

Qué jodida maravilla cuando decidiste que cada día era una nueva oportunidad, como si supieras que los besos que te iba a dar o las palabras que iba a decir siempre se quedarían pequeños en un mundo lleno de gigantes con prisas.

Como cuando te vas y me quedo con la duda de si volveré a verte. Y siempre, siempre vuelves. O mejor. Nunca terminas de irte. Permaneces en el olor de mi almohada, en ese beso húmedo que aún moja mi cuello, en esa caricia en el pelo que todavía siento en mis entrañas.

Cada día es como una bomba a punto de explotar, con los cables oxidados y el tiempo corriendo tan deprisa que no hay alma que lo haya hecho parar. Y vaya si acaba explotando... Y suena justo como tu risa cuando te ríes a mi lado de algo sin importancia. Me revienta los tímpanos y me descose la piel.

Y cada vez que detona pierdo una parte del miedo y se deshace en mil luces que se te meten en la mirada. Hacerme perder el miedo a mí, te sienta bien a ti. Te sienta de maravilla.

Me das oportunidades de quererte como si todos los días del resto de tu vida tuvieran mi nombre grabado a fuego. Como si dormir conmigo fuera el puto paraíso en esta guerra que solo te trajo paz.

Amarte es como follarte una y otra vez a la noche para despertar entre orgasmos y descubrir que tienes en la boca más amor para darme. Más incluso del que me diste el día anterior.

Qué puta maravilla ser la suerte que alguna vez necesitaste.

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